Si escogemos como destino para unos días de vacaciones las bonitas tierras manchegas, y más concretamente la provincia de Cuenca, una de las visitas que no debemos dejar de realizar es la que se conoce como Ruta de las Caras, un lugar que desprende espiritualidad y magia y que nos va a dejar impactados.
Se encuentra en la emblemática comarca de La Alcarria, en el municipio de Buendía. Dicha localidad se halla en un bello entorno natural en la que destacan sus extensiones de pinares, junto a un `embalse convertido en zona recreativa, ya que ha sido habilitado para la práctica de diversos deportes náuticos, el Pantano de Buendía.
La localidad tiene un interesante legado medieval, así como un considerable patrimonio arquitectónico, como su Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, el Pósito, varios conventos y diversas ermitas, y unos alrededores con parajes como el Cañón de Guadiela.
Encontramos también en sus afueras la mencionada ruta de las caras, un parque situado en un espacio lleno de bosque, conocido como La Península. El lugar está lleno de grandes rocas areniscas, y allí muchos artistas han realizado sus obras, esculpiendo bajorrelieves y esculturas en las mismas rocas, creando de esta manera lo que podríamos considerar como un gran museo de escultura al aire libre.
Se trata de esculturas de diferentes tamaños, que van desde el metro hasta los 8 metros de altura, y que se han sabido crear dejándolas perfectamente integradas dentro del paisaje que las contiene.
A través de un recorrido de unos 2 kilómetros, podremos ir contemplando estas esculturas, en las que destaca la enigmática expresión que los artistas han otorgado a las mismas. Nos daremos cuenta así que iniciemos dicho recorrido de que el lugar está impregnado de algo especial y diferente, un misticismo y una magia inexplicables que, sin saber el motivo, nos sobrecoge. También detectaremos el ambiente de nostalgia y soledad que reina en el ambiente.
Es recomendable, en la medida en que se pueda, hacer el paseo en el momento en que la tarde está acabando, ya que en el lugar hay unas puestas de sol que lo tiñen todo de color rosado, otorgando aún más belleza al conjunto.